Es curioso, comprobar como después de algún acontecimiento inesperado, traumático por la alegría o por la tristeza, el recuerdo nos trae con mucha nitidez y al detalle, hechos, cosas que sin el shock triste o alegre, hubieran pasado de modo desapercibido, engullidos por la cotidianidad y la rutina.
Así pasó con aquel beso, que sin saberlo era el último.
Dado el lunes 17 de marzo de 2.008 a las 20:40 horas, hospital de la Princesa en Madrid:
Punzante como marca indeleble para siempre permanecerá tu beso en mi mejilla derecha, herida de amor, cicatriz de tu cariño, y una vez más me reventará la sopa de estrellas de la cena, y la insípida gelatina de limón, y como los Burning, seguiré pensando ¿qué hace una chica como tú en un sitio como este?, ¿qué clase de aventura....?, ¡maldito tiempo y espacio que nos separó para siempre!, ¡para siempre!, ¡para siempre!. Maldita memoria que me trae, la felicidad de entonces en pesados fardos de tristeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes dejar aquí tu opinión (si quieres ¡claro!...)