lunes, 29 de octubre de 2012

EL CAMBIO DE HORA - DAÑOS COLATERALES


Puerta de Alcalá - Madrid - 29 de diciembre de 2007

Lo peor del cambio de hora es salir de noche del trabajo, y perderme los atardeceres, los ocasos, los cielos afiebrados de Madrid. Caminar hacia casa como en un túnel, escudriñar sin fe un firmamento sin estrellas.

HAIKU
Prende la noche
con la hoguera del día
del horizonte.

(Y yo me lo pierdo...)

domingo, 28 de octubre de 2012

LAS DULCES PALABRAS QUE LE NOMBRAN

Hoy es el cumpleaños de mi suegra Elisa.

Padece Alzheimer, esa enfermedad terrible, que va borrando reseteando la memoria, y los recuerdos.

Pero algunos quedan como hilos deshilachados, como cuentas pendientes de resolver, y es doloroso ver el intento por desmarañar la madeja, la lucha por descifrar el pasado, por reconocer la realidad y el presente. Duro responderla con un silencio, cuando pronuncia las dulces palabras que le nombran...

LAS DULCES PALABRAS QUE LE NOMBRAN
Cuando la memoria es una maraña
con muchos de sus hilos descosidos,
los recuerdos juegan a ser olvidos
y el olvido es una tela de araña.

Lo que le dicen le suena a patraña
confunde lo soñado y lo vivido,
flota como madero en mar perdido
como anzuelo sin pescador ni caña.

Con empeño ella tira del hilo
de una ausencia que ahora le atormenta,
hueco palpable de silencio y sombra,

y cada respuesta la deja en vilo,
e insistente repite como autómata
el eterno vocablo que le nombra.

Madrid 19 de julio de 2012

HAIKU

Anda el recuerdo
en lucha de gigantes
contra el olvido.
Madrid 28 de octubre de 2012





LAS COSAS CLARAS

Ayer, fui a ver a mis sobrinos, Lucas el mayor, es un niño que a sus tres años muestra una inteligencia viva, una férrea independencia, y una asombrosa riqueza en el vocabulario, y capacidad de razonar.

Me estuvo contando subido sobre mis rodillas, su viaje a París, y como la jefa de las azafatas del vuelo, le invitó a pasar a la cabina del piloto, y a sentarse en el asiento a los mandos.

Fantaseamos con el niño, diciendo que cuando fuera mayor, sería piloto, y nos llevaría a París, y nos dejaría entrar en la cabina del piloto.

A él toda esa fábula y película le parecía entusiasmar, mientras su padre y yo comentamos que en esta vida no hay como ser niño.

De pronto dijo, ¡NO!, yo de mayor no voy a ser piloto, ¿y que vas a ser pues?, le preguntamos intrigados por la afirmación tan rotunda que hizo, y dijo:

Yo de mayor quiero ser niño...

¡En fin nos quedamos patitiesos y encantados!, ¡ojalá no pierda el espíritu infantil!, ese espíritu puro donde cabe el asombro, la sorpresa, la valentía, donde no hay barreras, ni razones, donde todo es posible y por estrenar.

Así que las cosas claras, y el chocolate espeso, como cuando le dice a mi madre: Abuela Julia dame un poquito mucho de chocolate...

Le adoro, ¿se me nota?