viernes, 22 de octubre de 2010

MI NIÑO TORRES

A veces, mi chico cuando no coincidimos en el día por motivos laborables, me deja notitas avisos con esta u otra recomendación, o este u otro recado.
Algunos son escuetos, como: "tienes piña en la nevera", o "acuérdate de llamar a no se quien", otras veces se estira, y me pone lo que yo digo notitas con corazón, en que me manda un beso, o me hace algún cariñín.
Casi todas las tengo guardadas en alguna carpeta perdida pendientes de archivar, he pensado incluso en enmarcarlas a modo de collage, porque algunas vienen con dibujitos.
Y a veces, mi chico riza el rizo, y si no como a mediodía con él, y no le da tiempo a fregar, le da por montarme, en la pila del fregadero, los cacharros uno encima de otro, en peligroso equilibrio, a modo de torre.
No niego que me hace gracia, porque se las curra, ¡vaya que si se las curra!, encima las suele rematar con alguna sorna, pero también me da mucha rabia, porque no me queda otra que desmoronarlas, porque de otra manera imposible de fregar. 
Y cuando le veo después de la fechoría el se parte de risa y yo le juro venganza.  
Por todo ello:

MI NIÑO TORRES
Alza mi niño sus torres
en mitad del fregadero
vasos, ollas, tenedores,
fraguan sin cemento.
Casi siempre las corona
al detalle y con un beso
(y aunque me rabia...),
¡tu sonrisa! dice: ¿no vale eso?.
Y desmorono el invento
jurando venganza
que arrieritos somos
en estas batallas,
y se la lío con el zumo
o le boicoteo el pijama
no hay heridos a lo sumo
algún golpe con la almohada,
y entre besos firmamos la paz
que es por todos bien sabido,
que torres mucho más altas
son las que han caído.