viernes, 18 de febrero de 2011

A CAMBIAR EL CUENTO

El año pasado por marzo o abril, desde el ministerio (hoy convertido en departamento de otro ministerio), de igualdad, lanzaron ideas y soflamas, sobre el machismo que encerraba los cuentos clásicos y de toda la vida, de los niños.
Se tacharon de sexistas, por el papel que las mujeres-niñas-princesas desempeñaban en la historia, casi siempre serviles, indefensas, y ocupadas en labores domésticas.
Los tiempos cambian no hay duda, y habrá que inventarse nuevos cuentos más solidarios y más acordes a lo que se quiere transmitir, y enseñar, pero creo que los cuentos que lo han sido de toda la vida, y de muchas infancias, deben quedar tal cual les inventaron sus autores.
En fin, al hilo de esto, dejé correr los dedos por el teclado y me salió la siguiente tontería:

ERRADICANDO TÓPICOS 
Erase una vez tres chavalitas que se escaparon del cuento, hartas del papel de mojigatas que el autor de sus días había escrito para ellas.
¡Se acabó! dijo Blancanieves, eso de esperar a los siete enanitos en casa, y de currar hasta dejarlo todo como los chorros del oro.

¡Se acabó! dijo Cenicienta eso de aguantar a un familia déspota en espera de que llegue un príncipe que me rescate de esa vida para llevar tal vez otra similar.

¡Se acabó! dijo caperucita, el llevar este absurdo traje, lo mío es el rock, y al primer lobo que se me ponga feroz, le denuncio por malos tratos y solicito una orden de alejamiento!

Y se fueron a un apartamento en un barrio muy animado, a disfrutar de su independencia y libertad, devolviendo sin abrir todas las cartas que sus “partenaires” masculinos les enviaban pidiendo su vuelta, y haciendo caso omiso a los derechos de autor, los cuales en verdad estaban del todo desconcertados ante la insospechada actitud de sus personajes femeninos.

Dicen por ahí que se han apuntado a un curso de guionistas y escritoras para ser ellas las dueñas de la historia y destino de sus personajes. Algunas noches hacen bolos en discotecas de moda para sacarse unas pelas, no dan cuenta a nadie de sus actos, viven al día, estudian trabajan para si, y han conocido a un sin fin de príncipes sin trono que las hacen sentir como reinas, (aunque eso tampoco les hace falta).

Y colorín colorado este cuento ha empezado....


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