Muchas horas de muchas tardes de muchos días, pasé con mi abuelo nonagenario echando partidas de cartas, jugábamos al tute, pero sobre todo a un juego llamado la mata.
Al empezar la partida siempre le preguntaba: ¡venga abuelo!, ¿que nos jugamos?, y él siempre respondía: la vida...
Yo por si acaso solía hacer trampas para evitar que perdiera la partida.
Hoy se cumplen diez años de su muerte.
Da
igual que lleves cinco y caballo
póquer
de ases, briscas, tutes,
llevas
las de perder
no
lances ordagos, ni truques,
que
la muerte es esa dama
que
derrota a tahúres fanfarrones,
tan
segura va de cartas,
que
no se marca faroles,
que
vivir siempre será
hacerle
trampas a la muerte,
que
al final nos vencerá
con
un dos pitos siete.
Y
nosotros compañero ¿te acuerdas?,
jugándonos
la vida en cada partida....
sin
saber que en verdad,
siempre
la tendremos perdida.
Echo
de menos aquellas tardes, a veces... ¡lo confieso!, interminables, en las que
el tiempo discurría barajado entre los naipes, entre chinos, trampas, y ojos
retadores iluminados por faroles.
Aquel tiempo de cariño de poder a poder,
donde siempre ganábamos, donde la fatalidad no había llegado con sus cartas
marcadas.
En
realidad simplemente, (grandiosamente), compañero de partidas, te echo de
menos. Mucho....