Cuando era más joven, la vida era un amplio horizonte soleado, tanto así, que hacían falta varios miles de millones de miradas para contemplarle de una vez, y aún así no le veías las esquinas.
Ahora el horizonte se ha estrechado un tanto aunque sigue siendo inabarcable a la mirada, el sol ha perdido algo de su fuerza y las nubes a veces resultan un tanto condenatorias.
Sin embargo no hay nada resuelto ni es tiempo de escribir autobiografías. Y es que ¡queda mucha cera por arder todavía!.
(O eso espero por lo menos...).
Madrid 13 de septiembre de 2012 (día de mi 46 cumpleaños).
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