Hastiada del día, salió decidida a ponerle remedio.
En medio de la calle silenciosa y desierta, se la oyó gritar: ¡DESENFUNDA!, y el sol acobardado, huyó despavorido hacia el lejano oeste a galope, en el caballo de la tarde...
Puesta de Sol desde la Vereilla-San Martín de la Vega del Alberche |
En la recámara, ella guardó la bala...
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