Ahora
que la luz pliega sus alas y el sol perezoso apenas levanta la cabeza de su
lecho.
Ahora que las mañanas son la patria del rocío y la escarcha, y las
tardes fugitivas se entregan prontas a la vorágine nocturna.
Ahora
que parece que todo se nos va rápido de al lado como agua entre las manos como
abrazos al aire.
Ahora es
tiempo de volverse corteza, y de sentir el discurrir lento de la sangre como la
savia otoñal de los árboles.
De
tintar lo sueños de amarillo y dejarles al vaivén con la hojarasca.
De
tornarse apenas luz y seguir el camino de la lluvia, de enfrentarse al invierno
y a la vida tal y como nacimos: desnudos...
(Madrid
16 de octubre de 2013)